El impulso
competitivo es una iniciativa pública destinada a optimizar distintas áreas del
quehacer económico de nuestro país, cuyo fin es mejorar la inserción que en los
mercados poseen los bienes y servicios producidos en Chile.
Los efectos de
una economía más competitiva resultan variados. El más inmediato es el
crecimiento económico, a medida que los productos comercializados se imponen
por precio y/o calidad en sus respectivos mercados. Un volumen mayor de
producción contribuye a un incremento de ocupación y de salarios. En dicha
condición, el aumento de la inversión que se produce en esta fase del ciclo
económico, viene a reforzar este escenario y aporta decisivamente a su sostenibilidad.
Para conseguir
esta meta de mayor competitividad existe un conjunto de acciones, que podemos
definir como “tradicionales”, ligadas a los procesos productivos de las
empresas. La innovación como política y actitud de los agentes, es lo que por
excelencia permite encausar una senda de mayor competitividad y es un fiel
reflejo de este tipo de acciones.
A esta modalidad
tradicional se ha sumado en los últimos años el desarrollo del capital humano en
distintos niveles. El aumento de las competencias que poseen las personas para
desempeñarse laboralmente, es una herramienta privilegiada para mejorar la
productividad. Esta vía, si bien lleva bastantes años de utilización y está
poblada de iniciativas públicas e instituciones, como es el caso de SENCE,
tiene aún un gran desarrollo pendiente.
No obstante,
contamos además con vías no tradicionales para actuar frente a la necesidad
permanente de aumentar la competitividad: la certificación de competencias
laborales. La ley N° 23.267 del año 2008, da vida a ChileValora, servicio
público responsable del Sistema de certificación. La evaluación y certificación
de competencias permite evaluar los conocimientos, habilidades y capacidades
que posee un trabajador respecto a un estándar, denominado “perfil de
competencias” el cual es determinado por el propio sector productivo al que
pertenece dicho perfil, ámbito en el que se representan trabajadores y
empresarios del sector, junto a representantes de las áreas del Estado que se
relacionan con la actividad.
Pero, ¿Cuál es
el aporte que se puede esperar de la certificación frente a la necesidad de
aumentar la competitividad? Existen dos que en principio contribuyen
directamente a ese objetivo en el contexto de la empresa: el abaratamiento del
costo de la contratación y la detección de brechas de competencias.
El mercado del
trabajo es un paradigma de imperfección, donde la información está muy lejos de
ser completa y estar disponible sin costo. Evidencia de ello es hay personas
dispuestas a trabajar al salario vigente, pero que no encuentran un empleo.
Independiente del nivel de desocupación en que se encuentre transitoriamente la
economía. En este contexto, se puede definir como un mercado opaco, en que la
incorporación de un nuevo trabajador a una empresa supone una cuota de
incertidumbre que tiene un costo. La posesión de un título o acreditación de
estudios realizados, no supone automáticamente el contar con las competencias
que se buscan. Incluso, un proceso de selección, por exhaustivo que sea,
tampoco asegura dicho resultado. Finalmente, ningún proceso de inducción
permite predecir que el trabajador recién incorporado resultará competente en
su puesto o el momento en que ello ocurrirá. Todo esto redunda en que existan
costos de transacción importantes en este mercado y asimetrías de información.
Un trabajador
con certificación de sus competencias supone una importante adición de
información al mercado, que reduce los riesgos de una inadecuada selección y
por tanto los costos de dicho proceso. Asimismo, para llegar a la certificación
se requiere un proceso estándar de evaluación, que de no detectar el nivel
necesario para obtener la certificación, permite identificar las brechas de
competencias que existen, haciendo mucho más eficiente y focalizada la política
de capacitación.
Lo anterior
supone mejorar la competitividad de las empresas, pero su efecto no termina
allí, también permite mejorar la posición de los trabajadores en el mercado
laboral al incrementar su empleabilidad, su permanencia en los puestos de
trabajo y reducir los periodos de búsqueda de empleo, lo que en conjunto le
supone un efecto positivo en sus ingresos totales.
La certificación
de competencias laborales es una herramienta que está al servicio del
desarrollo nacional y del aumento del bienestar de las personas.
Ximena Concha Bañados
Secretaria Ejecutiva de ChileValora