martes, 28 de mayo de 2013

Para lograr más competitividad

El impulso competitivo es una iniciativa pública destinada a optimizar distintas áreas del quehacer económico de nuestro país, cuyo fin es mejorar la inserción que en los mercados poseen los bienes y servicios producidos en Chile.

Los efectos de una economía más competitiva resultan variados. El más inmediato es el crecimiento económico, a medida que los productos comercializados se imponen por precio y/o calidad en sus respectivos mercados. Un volumen mayor de producción contribuye a un incremento de ocupación y de salarios. En dicha condición, el aumento de la inversión que se produce en esta fase del ciclo económico, viene a reforzar este escenario y aporta decisivamente a su sostenibilidad.

Para conseguir esta meta de mayor competitividad existe un conjunto de acciones, que podemos definir como “tradicionales”, ligadas a los procesos productivos de las empresas. La innovación como política y actitud de los agentes, es lo que por excelencia permite encausar una senda de mayor competitividad y es un fiel reflejo de este tipo de acciones.

A esta modalidad tradicional se ha sumado en los últimos años el desarrollo del capital humano en distintos niveles. El aumento de las competencias que poseen las personas para desempeñarse laboralmente, es una herramienta privilegiada para mejorar la productividad. Esta vía, si bien lleva bastantes años de utilización y está poblada de iniciativas públicas e instituciones, como es el caso de SENCE, tiene aún un gran desarrollo pendiente.

No obstante, contamos además con vías no tradicionales para actuar frente a la necesidad permanente de aumentar la competitividad: la certificación de competencias laborales. La ley N° 23.267 del año 2008, da vida a ChileValora, servicio público responsable del Sistema de certificación. La evaluación y certificación de competencias permite evaluar los conocimientos, habilidades y capacidades que posee un trabajador respecto a un estándar, denominado “perfil de competencias” el cual es determinado por el propio sector productivo al que pertenece dicho perfil, ámbito en el que se representan trabajadores y empresarios del sector, junto a representantes de las áreas del Estado que se relacionan con la actividad.
Pero, ¿Cuál es el aporte que se puede esperar de la certificación frente a la necesidad de aumentar la competitividad? Existen dos que en principio contribuyen directamente a ese objetivo en el contexto de la empresa: el abaratamiento del costo de la contratación y la detección de brechas de competencias.

El mercado del trabajo es un paradigma de imperfección, donde la información está muy lejos de ser completa y estar disponible sin costo. Evidencia de ello es hay personas dispuestas a trabajar al salario vigente, pero que no encuentran un empleo. Independiente del nivel de desocupación en que se encuentre transitoriamente la economía. En este contexto, se puede definir como un mercado opaco, en que la incorporación de un nuevo trabajador a una empresa supone una cuota de incertidumbre que tiene un costo. La posesión de un título o acreditación de estudios realizados, no supone automáticamente el contar con las competencias que se buscan. Incluso, un proceso de selección, por exhaustivo que sea, tampoco asegura dicho resultado. Finalmente, ningún proceso de inducción permite predecir que el trabajador recién incorporado resultará competente en su puesto o el momento en que ello ocurrirá. Todo esto redunda en que existan costos de transacción importantes en este mercado y asimetrías de información.

Un trabajador con certificación de sus competencias supone una importante adición de información al mercado, que reduce los riesgos de una inadecuada selección y por tanto los costos de dicho proceso. Asimismo, para llegar a la certificación se requiere un proceso estándar de evaluación, que de no detectar el nivel necesario para obtener la certificación, permite identificar las brechas de competencias que existen, haciendo mucho más eficiente y focalizada la política de capacitación.

Lo anterior supone mejorar la competitividad de las empresas, pero su efecto no termina allí, también permite mejorar la posición de los trabajadores en el mercado laboral al incrementar su empleabilidad, su permanencia en los puestos de trabajo y reducir los periodos de búsqueda de empleo, lo que en conjunto le supone un efecto positivo en sus ingresos totales.
La certificación de competencias laborales es una herramienta que está al servicio del desarrollo nacional y del aumento del bienestar de las personas.

Ximena Concha Bañados
Secretaria Ejecutiva de ChileValora

lunes, 29 de abril de 2013

Competencias laborales, un desafío para elevar la productividad




Existe en Chile una visión compartida respecto de una de las claves para avanzar hacia el desarrollo y el bienestar de nuestra población, es la reducción las importantes brechas de capital humano existentes, especialmente considerando el perfil de productor y exportador de materias primas de nuestra economía, que la desafía permanentemente a competir en el mercado global. Por lo anterior, todas las acciones destinadas a mejorar el acceso, calidad y pertinencia de la oferta educativa en general, de la formación técnica y la capacitación laboral en particular, convergen en esa misma dirección, que requieren actuar coordinadamente y sintonizar finamente con las demandas del mercado del trabajo.

En esta línea, nuestro país cuenta con una innovadora herramienta que permite el reconocimiento de las competencias laborales de las personas, independientemente de la forma en que las hayan adquirido, se trata de ChileValora, el Sistema Nacional de Evaluación y Certificación de Competencias Laborales. En esta política pública, son los propios sectores productivos quienes sentados en una mesa tripartita, identifican y priorizan los perfiles ocupacionales donde la certificación de competencias les agrega valor. En la actualidad existen 23 sectores productivos que, desde 2011, participan de esta iniciativa, permitiendo actualizar y levantar cerca de 665 perfiles ocupacionales, cuyo principal valor es interpretar con precisión los conocimientos, habilidades y actitudes demandados para desempeñar con éxito alguna función productiva.    

La minería, agricultura, turismo, sector eléctrico, metalmecánico, comercio-retail, industria logística, supermercados  entre otros, que participan voluntariamente de esta iniciativa, ven en la certificación de competencias una oportunidad de mejorar la productividad y competividad de su empresas, en la medida que son más conscientes de sus brechas, pueden corregir y mejorar sus procesos, reducir costos y asegurar faenas más seguras. Para los trabajadores implica una señal potente de valorización, factores que afectan positivamente su empleabilidad y movilidad laboral. A nivel organizacional la certificación aporta directamente a la reducción de costos en la búsqueda y asignación de puestos de trabajo y hace más eficiente los procesos de compra de servicios de capacitación y, en tanto mecanismo de reconocimiento, aporta a mejorar el clima laboral, factor incidente en la identificación de los trabajadores con su empresa, que contribuye a la productividad general de las mismas.

Nuestro desafío actual es promover la certificación a nivel nacional para que más trabajadores y empresas, experimenten sus beneficios y en conjunto agreguen valor a sus procesos productivos.

Ximena Concha Bañados
Secretaria Ejecutiva de ChileValora





jueves, 3 de enero de 2013

ChileValora Cierra el 2012 con los Primeros Centros Acreditados para Certificar a Trabajadores del País

         





Con este importante  hito se completa la  instalación del Sistema Nacional  de Certificación de Competencias Laborales, que permitirá reconocer formalmente los conocimientos, habilidades y aptitudes de los trabajadores que  realizan oficios  específicos y que no cuentan con títulos obtenidos en la educación forma.

Al cerrar el 2012, ChileValora acreditó a los primeros cinco Centros de Evaluación y Certificación de Competencias Laborales del país, que permitirán ofrecer servicios de evaluación y certificación a los trabajadores que se desempeñan en los sectores  Metalmecánico, Construcción, Gas/Electricidad, Comercio y Turismo. A ellos se sumarán, en los próximos días,  otras cinco entidades que están concluyendo los procesos administrativos que permitirán formalizar su acreditación y adicionalmente otro grupo de instituciones que podrían acreditarse en los próximos meses si concluyen satisfactoriamente el proceso de evaluación de sus antecedentes.

Las entidades ya acreditadas han ingresado al  Registro Público de Centros y están debidamente autorizadas –durante 3 años-- para iniciar el desarrollo de  procesos de evaluación y  certificación de las personas interesadas en cada uno de los perfiles ocupacionales del Catálogo de ChileValora que han incorporado en el alcance de su acreditación. Estos perfiles ocupacionales han sido construidos y validados por los propios sectores productivos a través de mesas de trabajo tripartitas convocadas por ChileValora.

Para  desarrollar su labor, los Centros contarán con evaluadores que han sido previamente habilitados por ChileValora  luego de haber aprobado un proceso de formación y selección bajo altos estándares de calidad.

Para velar por el correcto funcionamiento del Sistema y asegurar la calidad y fe pública de la certificación que otorguen los Centros recién acreditados, ChileValora desarrollará procesos de supervisión y fiscalización de estas entidades, además de un constante proceso de acompañamiento que permita contar con Centros con un alto nivel de excelencia.