Existe en Chile una visión compartida
respecto de una de las claves para avanzar hacia el desarrollo y el bienestar
de nuestra población, es la reducción las importantes brechas de capital humano
existentes, especialmente considerando el perfil de productor y exportador de
materias primas de nuestra economía, que la desafía permanentemente a competir
en el mercado global. Por lo anterior, todas las acciones destinadas a mejorar
el acceso, calidad y pertinencia de la oferta educativa en general, de la
formación técnica y la capacitación laboral en particular, convergen en esa
misma dirección, que requieren actuar coordinadamente y sintonizar finamente
con las demandas del mercado del trabajo.
En esta línea, nuestro país
cuenta con una innovadora herramienta que permite el reconocimiento de las
competencias laborales de las personas, independientemente de la forma en que
las hayan adquirido, se trata de ChileValora, el Sistema Nacional de Evaluación
y Certificación de Competencias Laborales. En esta política pública, son los
propios sectores productivos quienes sentados en una mesa tripartita,
identifican y priorizan los perfiles ocupacionales donde la certificación de
competencias les agrega valor. En la actualidad existen 23 sectores productivos
que, desde 2011, participan de esta iniciativa, permitiendo actualizar y
levantar cerca de 665 perfiles ocupacionales, cuyo principal valor es
interpretar con precisión los conocimientos, habilidades y actitudes demandados
para desempeñar con éxito alguna función productiva.
La minería, agricultura, turismo,
sector eléctrico, metalmecánico, comercio-retail, industria logística, supermercados entre otros, que participan voluntariamente de
esta iniciativa, ven en la certificación de competencias una oportunidad de
mejorar la productividad y competividad de su empresas, en la medida que son
más conscientes de sus brechas, pueden corregir y mejorar sus procesos, reducir
costos y asegurar faenas más seguras. Para los trabajadores implica una señal
potente de valorización, factores que afectan positivamente su empleabilidad y
movilidad laboral. A nivel organizacional la certificación aporta directamente
a la reducción de costos en la búsqueda y asignación de puestos de trabajo y hace
más eficiente los procesos de compra de servicios de capacitación y, en tanto mecanismo
de reconocimiento, aporta a mejorar el clima laboral, factor incidente en la
identificación de los trabajadores con su empresa, que contribuye a la
productividad general de las mismas.
Nuestro desafío actual es
promover la certificación a nivel nacional para que más trabajadores y
empresas, experimenten sus beneficios y en conjunto agreguen valor a sus
procesos productivos.
Ximena Concha Bañados
Secretaria Ejecutiva de ChileValora
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